This post is also available in: English
Se dice que el chow chow, en la antigüedad, era el perro guardián de los templos budistas. Un buen día el monje de un templo enfermó y el perro le sustituyó en la tarea de ir a buscar leña. Lo que sucede es que el chow chow únicamente encontró trozos de madera carbonizados. Al llevar la leña con la boca, el carbón tiñó de azul su lengua para siempre.
Otra leyenda china (y es que el chow chow procede de allí) cuenta que el chow chow al principio era un perro dragón un tanto especial: no le gustaba nada, pero nada, la noche. Tanto es así que un día se le ocurrió lamer el cielo nocturno para hacer aparecer el día. Semejante gracieta le costó la ira de los dioses y su venganza: le dejarían con la lengua azul para siempre y así todo el mundo sabría lo que había hecho.
Una versión de (azulados) tintes similares asegura que un perro de raza chow chow acompañaba a Buda mientras este se dedicaba a pintar el cielo de azul. El perro no tuvo mejor idea que lamer las gotas de pintura que caían del pincel de Buda… y el resto es historia.
Lo gracioso es que, dejando a un lado la maravillosa necesidad humana de utilizar la fantasía para explicarse las cosas inexplicables, los aburridos científicos tampoco se ponen de acuerdo en el porqué de la lengua azul del chow chow. Unos dicen que su metabolismo produce mucha más melanina de lo habitual. La melanina es un pigmento oscuro que, al estar localizado en gran proporción en la lengua de los chow chow, le proporciona este color tan característico… Sin embargo, otras teorías afirman exactamente lo contrario: que los chow chow tienen falta de tirosina, que, para más inri, al parecer es lo que produce la melanina…
¿Sabremos alguna vez la verdad sobre el misterio de la lengua azul de los chow chow?