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Si tienes un labrador, seguro que alguna vez le has hecho a tu veterinario la siguiente apreciación: “Dr., mi perro come mucho”.
No solo es que coman mucho, sino que los labradores retriever se lo comen todo. Se lo comerían, de hecho, si pudieran, pues tienen una mutación genética que impide que su cerebro produzca las moléculas que eliminan la sensación de hambre cuando han comido. Es decir, que nunca se sacian.
La mutación de este gen, llamado POMC, fue identificada por primera vez hace un par de años por científicos de la Universidad de Cambridge, y abre la vía para investigar no solo la obesidad canina sino también la humana.
Esta mutación genética aparece aún con mayor frecuencia en labradores que son perros-guía, lo que en cierto modo explica la facilidad de adiestrar a esta raza utilizando la comida como recompensa… así como su tendencia a engordar.