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Quizá nunca te habías parado a pensar en que los animales también pueden ser diestros o zurdos. Quizá sea una cuestión banal, quizá estamos demasiado ocupados mirándonos el ombligo, quizá tengamos cosas mucho más importantes que hacer. Pero lo cierto es que así es: los animales son diestros o zurdos. Lo más curioso de esta circunstancia, sin embargo, son sus estadísticas, muy diferentes de las humanas.
Por ejemplo, en los seres humanos los porcentajes son apabullantes a favor del lado derecho: el 90% de las personas son diestras. Esto se debe principalmente a factores genéticos, si bien en algunos momentos de la historia esta prevalencia se ha forzado debido a cuestiones de superstición (no hay más que fijarse en expresiones como “Me he levantado con el pie izquierdo”, o en la etimología de “siniestro”, palabra que además de significar algo que está en el lado izquierdo, como todo el mundo sabe alude a conceptos como malvado, malintencionado, infeliz, etc.)
El caso es que la mayoría de loros y cacatúas son zurdos. Solo el 3% de estos animales utiliza la pata derecha para llevarse el alimento al pico. Las ballenas, sin embargo, son diestras casi en el 100% de los casos: así se puede comprobar cuando dan coletazos o en los movimientos que realizan en el momento de capturar a sus presas.
La proporción de esta característica en los perros (al igual, por ejemplo, que los chimpancés), es de un 50/50; es decir, la mitad son zurdos y la otra mitad diestros.
Saber si tu perro es zurdo o diestro es relativamente sencillo. Un truco es darle un juego lleno de comida y observar qué pata decide utilizar primero para cogerlo. Para obtener una estadística fiable debes repetir esta actividad 100 veces como mínimo.
La observación te ayudará a fundamentar tu diagnóstico: qué pata usa más para buscar algo debajo del sofá, qué patita te da cuando se la pides, con cuál de ellas te acerca el juguete cuando jugáis, etc. Aquí también debes conceder importancia a la repetición.
En HANNIKO se nos ocurre que le pongas a tirar un penalti, a ver con qué pata chuta mejor…
Porque lo importante es saber que, como sucede con los seres humanos, no se es mejor o peor por ser zurdo o diestro. Es, simplemente, una de esas arbitrariedades de la evolución que estimulan nuestra curiosidad.